Mañana comienza en mi vida una nueva etapa. Empieza algo que he estado buscando desde hace unos años, que he defendido y elogiado, y que también he admirado. Es para mí un honor por tanto, empezar una nueva formación universitaria, esta vez como especialista enfermera en emergencias.
Si echo la vista atrás y los recuerdos, me planteo qué me llevó a iniciar los estudios de enfermería. ¿Vocación desde pequeña? No creo, desde que era pequeña me interesaba el mundo sanitario... pero no solo ello; realmente me interesaba todo cuanto veía a mi alrededor.
¿Pero he tenido vocación hacía la enfermería? ¿La tengo actualmente? La respuesta es sí. Sí, sí y una vez más sí.
Es difícil concretar cuándo me dí cuenta de ello y tampoco es menos cierto que las prácticas de enfermería en los hospitales arraigaron fuertemente las raíces que poco a poco alimentaban mi "amor" hacia esta profesión. Creo que hubo dos hechos en mi vida adolescente que me hicieron tomar esta decisión.
- Por un lado, el hecho de formarme en ser socorrista acuático me sirvió como primera toma de contacto hacia los primeros auxilios, la RCP y el salvamento. El profesor era un enfermero del mundo de la emergencia extrahospitalaria de Castilla la Mancha y sinceramente era un crack al que le apasionaba su trabajo. He de admitir que me contagió.
- Por el otro, en mi pueblo se estrenó un nuevo hospital e hicieron una jornada de puertas abiertas. Fui con mi familia a modo excursión, adentrándonos en sitios en los que yo jamás había pensado estar, como quirófanos, unidades de cuidados críticos y demás... Es raro, pero me encantó todo aquello y me imaginé paseándome por aquellos pasillos como una sanitaria más, como en las series de televisión que abordan estos temas.
El caso es que finalmente opté por la enfermería, profesión que admiro y de la que estoy orgullosa de formar parte.
Ahora quiero dar un paso más en mi corta carrera profesional, y quiero formarme en emergencias. Porque aunque mucho de lo que hace la enfermera es puramente una técnica, quiero demostrar que somos mucho más que eso.
Demostrar un poco de humanidad es más fácil en centros de salud y plantas hospitalarias, sobre todo de cuidados paliativos; donde los pacientes permanecen más días; donde conoces el entorno en el que trabajas.
Pero quiero demostrar que la humanización también es posible en las urgencias, y por qué no, en la emergencia de la calle, aquello que me apasiona; el mundo de lo inesperado, de pacientes a los que ves tan solo unos minutos, pero de los que depende mucho su compromiso vital, su vida posterior...; un territorio hostil, situaciones complicadas y arriesgadas y la presión que TODO aquello conlleva.
Es un mundo vocacional, porque de lo contrario, nos limitaremos a coger vías y poner medicación de urgencia. Y no, SOMOS MUCHO MÁS QUE ESO. Somos más que una técnica. De lo humano que seamos dependerán las posibles secuelas psicológicas, ayudar al enfrentamiento a algo que les aterra (como una intervención quirúrgica, una sedación, un tratamiento agresivo...) de una manera menos agresiva y más tranquilizadora, una mejor calidad de atención, y por tanto de vida posterior.
Los accidentes pasan, los infartos, las paradas, los incendios, las catástrofes... a mi manera son bonitas en concepto general, no personificado a personas que sufren, y que por tanto, deben ser el objeto de nuestro trabajo, el cual debe ser más humano. Somos más, somos cuidado en la calle. Y yo lo voy a intentar.