Segundo. Año de prácticas y teoría. Año donde ya habíamos dejado la facultad casi para siempre (a excepción de algún seminario y de los exámenes). Año en el que decides realmente si estás preparado para seguir adelante con tus estudios.
Dicen que segundo es el curso que más cuesta, el de las asignaturas más complicadas, donde más hay que estudiar y donde tienes un cúmulo de pensamientos e ideas rondándote por tu cabeza. No solo lo "dicen", ahora finalizado el curso, yo también lo digo.
Bueno, mejor comenzar hablando de cómo fue el principio...
Voy a hablar desde mi punto de vista, sobre cómo lo he vivido yo.
Según sorteo de iniciales de los apellidos, a todos los alumnos nos dividen en dos días para hacer la matrícula. Los del primer día tienen las plazas libres para escoger según demanda; los del segundo día solo tienen libre las plazas que han dejado los del día anterior.
8:00 AM segundo día de matrícula, voy llegando a la facultad con una gran sonrisa en la cara. Echaba de menos ese lugar y mi mente se iba llenando de recuerdos. A pesar del madrugón (tardo una hora en llegar) en esos momentos me invadían las ganas de volver a empezar, además pensaba que sería de las primeras en escoger porque era muy pronto. ¡Cual fue mi sorpresa cuando subí las escaleras y vi una cola con unas 100 personas dispuestas a matricularse!
El terror me invadió: tenía claro el hospital en el que quería estar y me daba miedo no poder estar en él. La gente había acampado a las puertas de la universidad para poder escoger sus preferencias.
Yo tuve suerte y tuve plaza en el hospital que quería, sin embargo hubo unos cuantos que tuvieron que resignarse y pedir lo que aún quedaba libre. Para mí, este hecho tuvo unas consecuencias muy buenas. Primero: pensaba que iría sola a ese hospital, y al no haber plazas en los más céntricos, algunas de mis amigas y compañeras lo escogieron. (Y aunque luego cada una estuvo en su planta y apenas nos veíamos si que podíamos comparar la situación. Al principio quedábamos en los descansos en la cafetería, para presumir sobre lo que habíamos hecho y no; pero no duró mucho: lo cambiamos por el desayuno en el estar, con ganas de trabajar más pero con altas posibilidades de que interrumpieran nuestro desayuno para ir a poner/quitar la cuña o cambiar el pañal a alguien: muy agradable sí).
Segundo: para las clases teóricas no quedaban plazas libres en el turno de mañana y me pillé el de tarde: mejor turno, menos gente, mejores profesores y mucha más atención.
Muy ilusionada por estar en el hospital que elegí, fui a comprar los pijamas y los zuecos. En segundo empezamos las prácticas en el primer semestre y dejamos la teoría para el segundo.
Muy nerviosa me presenté en el hospital el primer día. Nos esperaban en el salón de actos y estábamos todos muy pero que muy excitados. Nos explicaron que en el 12 de Octubre (hospital donde yo he empezado a formarme) el primer año no habría rotaciones y que debíamos asistir a algunos seminarios teóricos complementarios a la práctica. Debíamos hacer un trabajo: un plan de cuidados escogiendo a un paciente que tuviésemos.
A continuación se realizó el reparto de plantas, la foto y el carné de trabajador en el que claramente ponía estudiante. (El carné es mágico, te hacía ir por las plantas como si fueras una pieza que encajaba en ese conjunto de gente con pijamas verdes y blancos).
He de decir que al hablar de las prácticas no puedo ser otra cosa que subjetiva, porque cada planta es diferente, cada uno teníamos un supervisor y un profesor adjunto. Con estas variantes el aprendizaje es distinto, y no puedo poner en boca mía las experencias vividas por los demás, cosa con la cual además me quedaría corta contando cada una de las aventuras vividas.
Por ello voy a resumir la mía.
Tuve suerte en el reparto de plantas: cirugía digestiva, quinta derecha. Una planta de gente joven, con una supervisora ejemplar, divertida y graciosa, que no nos hizo la vida imposible (otras supervisoras a otros compañeros sí). Con residentes de medicina que fueron unos grandes compañeros y con los PACIENTES que son lo mejor de un hospital. Cada uno único, diferente y maravilloso, que hacen de esta profesión una experiencia cálida y a veces torpe, que te hace crecer como persona. Te hacen darte cuenta de la crueldad y del egoísmo y te curan de humildad.
En mi planta he aprendido mucho. A todos los que lean esto, si sois estudiantes de primero o téneis ganas de hacer enfermería, os voy a dar un consejo: es importante que preguntéis el por qué de las cosas que se hacen, PREGUNTAD y que no os dé miedo hacerlo, a enfermeras, a médicos, a auxiliares y celadores. Vais a ganar muchos conocimientos y eso motivará el que os enseñen muchas cosas más.
En principio primero de prácticas está dirigido para aprender el entorno de un hospital, y para aprender el conocimiento de auxiliares. Como ya expliqué en entradas anteriores, el trabajo de una auxiliar es muy importante, el más humano de todos. Yo, por mi supervisora solo estuve 4 días con auxiliares, aunque durante todas mis prácticas las ayudé en todo cuanto pude, movida por el deseo de aprender más.
Chicos, estudiantes, no seamos hipócritas: no podemos "mandar" (y no me gusta esta palabra) a auxiliares si no sabemos realmente lo duro de su trabajo. Tenemos que saberlo para poder escuchar y comprender el por qué de muchas quejas que hacen. Yo las comprendo. A veces se nos puede subir la carrera a la cabeza y no somos superiores a nadie.
Como he dicho anteriormente, me pusieron con enfermeras desde un principio, y aunque realmente no aparece en los planes de estudiantes de segundo, primero en prácticas, hemos aprendido a sacar analíticas, curar, sondar, pinchar "Clexanes", preparar medicación, hacer planes de cuidados y altas de enfermería (entre otros). Gracias a pacientes derivados de otras plantas hemos conocido todos algo de otras especialidades médicas.
Hemos visto catéteres, vías centrales y toda una asignatura de productos sanitarios en la práctica.
Yo, gracias a mi planta he visto muchísimas curas y heridas quirúrgicas, mucho sondaje nasogástrico y yeyunal, mucha ostomía y mucho olor a m...
Yo, gracias a mi curiosidad, me moví por muchas partes del hospital. Preguntaba a enfermeras, auxiliares y celadoras y las acompañaba a los sitios a los que tenían que ir, si tenía suerte y era maja, me llevaban por plantas y sitios guays. Así conocí la lavandería, el almacén, la consulta de oftalmología, rayos y su funcionamiento, zona de TAC (scaner) y cómo se iba viendo e interpretando por un médico, hospital de día, UCI, pasillo de oncología, gimnasio de fisioterapeutas, depósito de cadáveres, habitación con restos de cuerpos y fetos en formol, sala en plan tanatorio y sala de autopsias. Así como cada una de las plantas donde estaban mis amigas, o de cardiología (de la quinta izquierda a la que iba si nos faltaba algún producto o fármaco).
Recuerdo un día, estando yo en mi planta con mis trencitas (tanto pacientes como compañeros me llamaban Pocahontas), vino un residente a decirme que subiera a la planta 14 o 15, porque estaba "la Cuqui" de "La que se avecina"; pedí permiso y fui a la planta de una amiga para ir a curiosear por ahí y probar suerte. Recuerdo también que entré a su control cantando y que sus enfermeros me miraron con cara de: esta chica está loca. Pero al final la vimos, y que queréis que os diga: esta actriz es una chica normal y corriente.
El hecho de rotar el primer semestre tenía sus cosas buenas, llegado diciembre tu dieta se iba al garete para pasar a incorporar bombones, turrón, mazapanes y polvorones en la rutina de tu jornada laboral y por supuesto en tus queridas nalgas y lorcillas abdominales.
Pero bueno, volviendo al caso: os animo mucho a ser cotillas. Tenéis más que ganar que perder.
Solo puedo resumir las prácticas como algo muy bonito, muy gratificante y algo que ahora mismo al recordar echo mucho de menos.
Después de casi 5 meses en los que después de 7/8 horas en el hospital te ibas a tu casa y no tenías nada que hacer (salvo si te había quedado alguna en primero y tenías que estudiar), llegaron las clases teóricas, el volver a pasar apuntes, estar concentrado, hacer trabajos y estudiar.
La famosa y aterradora farmacología se presentaba imperial ante nuestras narices.
Solo puedo comentar mi turno, 2º C, turno de tarde. Aunque alguna información es igual para los tres turnos pues profesores de fisiopatología, farmacología, clínica y microbiología eran los mismos.
Enfermería Comunitaria I: asignatura sobre enfermedades crónicas e infecciosas que más afectan a nuestra comunidad; pero también podría describirla como asignatura que nos impartió Fco. J PR sobre enfermedades crónicas e infecciosas, vacunas, porcentajes, epidemiología, ranking del mundo, tablas y gráficas, medidas de prevención (primaria, secundaria, terciaria y cuaternaria), factores de riesgo y nuestra amiga la cartera de servicios con sus criterios de buena atención.
Asignatura interesante, considerada por muchos como un coñazo debido al número tan infinito de diapositivas con millones de datos que los de las otras clases no tenían que estudiar (o en menor medida).
Profesor carismático, con problemas de "me refiero", y me explico: no había más de 3 frases que no fueran unidas por un me refiero, aunque éste en ocasiones no tuviera que ver nada con el contexto o con la cohesión de la oración.
Microbiología: bloque que pertenece a comunitaria pero que no tiene mucho que ver con ella. Además lo daba otra profesora totalmente distinta: Mari Cruz. ¿Y de qué va esta asigantura? Pues de bichos. Sí, bichos, de los que no se ven. Por aquí, por allá, están por todas partes e infectan todo. Profesora de: os doy las diapositivas, os las cuelgo (eso sí, con retraso por supuesto); y hago mis clases algo amenas, cuento anécdotas, os digo la de infecciones que podéis coger en vuestra vida, y os hablo todos los días de Estafilococo Aureus, de la extracción de analíticas de micobacterias y otros, del aislamiento y de la higiene de manos.
Buen recuerdo de la asignatura y de la profesora en general (que por cierto este fue el año en que se jubilaba). Aunque he de decir que no han sido ni una ni dos las clases en las que he salido con cierta paranoia mental sobre bichos dentro de mí.
Enfermería Clínica I: o como conocí al entrañable Jacinto, profesor que al principio es sometido a muchas críticas por su forma de dar clase, pero que es un gran hombre, un hombre bueno. Criticado ¿por qué? Porque se dedicaba a leer en clase, pero no sus diapositivas, sino unos apuntes que escondía en el atril. Todos los años recita la misma canción y sus apuntes son pasados de unos alumnos a otros de generación en generación. ¡¡Pero es más majooo!! Sus diapositivas siempre tienen animaciones que al menos te hacen sonreír (algunas son muy absurdas). Y al final del curso nos chivó una pregunta del examen, que bueno, teniendo en cuenta que el examen constaba de 60-80 preguntas (no me acuerdo), sobre circulatorio, respiratorio y cardiaco: una pregunta podría ser la diferencia.
Fisiopatología: una única asignatura, pero que parecía 4 en 1. Cuatro profesores distintos, cada uno a lo suyo, y a cada cual más variopinto. Lo siento, pero no recuerdo sus nombres. Comencemos con el profesor del híiiigado: ese que no paraba de hablar de hepatomegalia y valores analíticos. Al principio de las clases piensas que está bien repasar lo mismo siempre, pero a medida que prosigue el curso y vas a clase de una asignatura aparentemente atractiva... y ves que no avanzas en el temario, y que te va a salir el hígado por las orejas... la cosa cambia. Otro de los profesores era el señorito Dr. Tomé, creo que traumatólogo, y que nos hacía las clases muy amenas (porque se parecía a Jim carrey) sobre heridas y sus reiscencias, como coser o curar de manera puramente teórica, y que nos tenía con el corazón en un puño porque parecía que de un momento a otro, con tanta demostración sobre caídas, se iba a caer de verdad y fracturarse algo en clase. Por otro lado teníamos al profe de los viernes, que nos hablaba de petequias y púrpuras, cáncer y quemaduras, y del que tampoco recuerdo su nombre, solo recuerdo que era un hombre con una piel muy rosita, y que se ganó el mote de Babe, el cerdito valiente.
Y para que veáis que mi universidad tiene mucho caché: teníamos al mismísimo doble de Malamadre como otro profesor de esta asignatura. Solo él tenía glamour suficiente para acudir a clase en chándal, para pasar las diapositivas super rápido y quitártelas riéndose en tu cara y argumentando que si queríamos saber de verdad acudiésemos a los libros (claro, ¿para eso invierto yo mi tiempo en ir a clase? ¿Para saber que los libros tienen mucha información?). Este profesor nos hablaba del shock y del infarto de TUYOcardio, no de MIOcardio, porque él argumentaba que su corazón estaba perfectamente.
También hubo una cosa guay, que fue el seminario de primeros auxilios y RCP, que fue para muchos su primera vez en el campo de algo tan emergente como una parada cardíaca y el concepto de triage; aunque también es mi deber criticar que podría haber sido más enfermero y explicar la temática avanzada para enfermería y no quedarnos puramente en el 30:2 de cualquier soporte vital básico.
Nutrición: impartida por el genial profesor Ismael Ortuño, hombre para muchas alumnas atractivo, que contaba con el menor número de bajas de estudiantes en sus clases, porque muchas las esperaban con ansia para que se le cayeran las bragas. Pero no por eso me gustaba a mí, sino por lo buen profesor que es. Profesor ejemplar que nos enseñó mucho, que se implicó en dar las clases amenas, interesantes, pero muy bien evidenciadas por ese método científico que a tantos académicos les gusta. Implicado e interesado por nosotros, sus alumnos. En responder nuestras preguntas por muy absurdas que fueran, como qué significa destete. Aprendí mucho sobre la palatibilidad de los ácidos grasos saturados y sobre los aceites de girasol y virgen extra (entre otros más), consiguió que por fin me aprendiera las vitaminas, y por supuesto: nos hizo ver que en la nutrición la enfermera tiene mucho que hacer y que enseñar.
Farmacología: cremita fina. La asignatura temida por excelencia de toda la carrera (o al menos eso decían los cursos superiores). Con gran cantidad de profesores, cada uno con su forma particular de dar clase. Y con gran cantidad de apuntes. Pero vamos a ver señores... ¿cómo pretendéis que una asignatura anual se estudie en 4 meses? Pues dando las clases a ritmo de cohete espacial y si no te enteras te jodes o te compras mi libro para copiar y estudiarte lo que te falte. Pero sí, señores, pese a la fama que tiene: estudiando con muchísimo tiempo de antelación (meses): SÍ SE PUEDE y a la primera.
Pacheco es el profesor titular, decano de la universidad en la actualidad (lo que explica que todo el dinero en profesores se invierta en esta asignatura). Hombre que, desde mi punto de vista y aunque la mayoría piense lo contrario, explica super bien. Yo me enteraba de todo todísimo porque tiene algo especial para enseñar. O eso creía yo. Hasta que al final obtienes su libro como material de estudio (que esa es otra), y te das cuenta de que el 50% de los datos sobre efectos de los fármacos o sobre su farmacocinética, están dados mal, inventados o simplemente cambiados (por ejemplo parasimpaticolíticos por parasimpaticomiméticos). Y entonces piensas que has hecho tú para merecer eso, que la vida es muy triste y de color gris... ¡pero te acostumbras! Al final no te acuestas hasta que buscas milímetro a milímetro sus temas en el libro, comprobando y buscando errores; consiguiendo hundir tu mundo de vaguería estudiantil para trabajar todos los días con un libro como material de apoyo y ayuda. Un hombre peculiar... que no se avergonzaba en reconocer que nos mentía y reirse de ello si le apetecía.
Alfonso Meneses, su discípulo. Otro al que considero uno de los mejores profesores que he tenido. Con su voz peculiar conseguía explicarnos el tema que le tocara, sin prisa pero sin pausa. En una hora sin correr, sin hacer que nuestra mano acabara con agujetas y con callos. Sin mentir. De hecho fue el que mejor se portó con nosotros en el examen. Muy adorable también.
Ana Rivas, o la cuqui falditas. Siempre la recordaré. Nos dio únicamente tres clases (puede que alguna más). Nos dió todo aquello que le daba asquito, mucolíticos, diuréticos y fármacos para el estreñimiento y la diarrea. Nos dijo que ella nos daba la farmacocinética, pero que no nos aprendiéramos los valores porque existen muchos fármacos, es pura memorieta, y al final siempre acabas consultándolo en las guías. Inocente de mí, me estudié toda la farmacocinética de todos los fármacos, menos los que dió ella. Ahora imaginad qué preguntó en el examen...
Esther, la correcaminos. Hablaba tan rápido que una clase suya era una tortura. Por supuesto no repetía nada. Por suerte le tocaron los temas más interesantes y captaba tu atención. Siempre nos decía: el examen no es difícil pero tenéis que estudiaros todo: sin dejaros ni un tema.
Emilio, nos dió los aspectos generales de la farmacodinámica y los fármacos que se utilizan en las patologías coronarias. Este hombre también nos ayudó un poquito, por fin alguien nos colgaba las diapositivas y nos mantenía en un ambiente más relajado en clase, completando las diapositivas con sus explicaciones.
Luego había otra mujer, la cual no recuerdo su nombre, que nos dió únicamente los antihistamínicos y un seminario, por tanto, no puedo hablar mucho de ella. Solo que era muy muy seria.
Y me dejo a la mejor para el final (entiéndase la ironía): la de antibióticos. También nos mentía, pero esta es de las que van por la espalda y te ponen su sonrisa más encantadora. Famosa porque, de un examen de 100 preguntas sobre farmacología (donde hasta no contestar te resta), al menos 20 eran solo de antibióticos. Y no penséis que eran preguntas facilonas... ¡no! hasta estudiando te cuesta contestarlas. Y os lo dice una servidora, que pese a los consejos que recibí sobre: no estudies antibióticos, es imposible contestarlas, caen muchas preguntas y son jodidillas, céntrate en todos los demás temas a la perfección...; pese a todo a ello yo me lo estudié y yo misma me quedé a cuadros cuando leí las preguntas. Luego relacionas, sacas datos y acabas contestando la mayoría, pero telita telita. Avisados quedáis. A esta mujercilla también la recordaré cuando, estando yo repasando todo lo estudiado a dos días antes del examen... recibo una notificación al campus virtual de esta señora, en la que nos adjuntaba unas hojas sobre antituberculosos que NO habíamos dado en clase y que ¡entraban en el examen... a dos días de su realización! ¡!¡!¡ Por supuesto, os confirmo aquí que hubo una pregunta de ello.
Con esto y algo más, acabamos un año en el que por fin dábamos asignaturas relacionadas con nuestra ya comenzada práctica asistencial, esperando ansiosos que llegara tercero y un camino nuevo que continuar.