Todavía recuerdo, aunque poco nítido, las palabras de aquel entrañable profesor diciéndonos que los pacientes no agradecían casi nunca los tratos bien recibidos.
He de decir que a mí la experencia me ha demostrado más bien todo lo contrario. Son muy agradecidos, te dan las gracias, te las vuelven a dar y te lo demuetran.
Sí que es cierto que algunos no lo hacen, pero es que en el hospital como en el mundo, hay gente de todos los tipos: está la abuela adorable, el señor graciosete, el joven de tu edad, los hay más serios y los hay más risueños. En fin, podría hacer de mis días de prácticas un diario y no me cansaría, no contaría lo mismo, porque cada día es diferente, cada día es especial.
Pero me voy por las ramas. Hoy quiero hablaros de lo gratificante que es para mí este trabajo. He cogido por costumbre y tradición presentarme en las habitaciones con una sonrisa en la cara, y la llevo pegada con cola, porque pase lo que pase, no la quito. Os aseguro que funciona, da seguridad y bienestar al paciente. Por ejemplo, no es lo mismo decir (y mira que es una cosa simple): tienes la tensión alta con una sonrisa, que: mirar el aparato y decir, bueeno, la tienes alta, y con seriedad.
A mí personalmente me asustaría más.
Luego, en primera persona, la sonrisa a mí me ayuda a mantener la calma y mantener la frialdad en casos que así lo precisan.
Hay pacientes que llevan mucho tiempo, pacientes con los que mantienes una relación muy cordial y que confían en tí. Este tipo me suele encantar. Es muy gratificante.
Hoy, después de tres meses de prácticas he recibido mi primer regalo. Es quizá una tontería, pero me ha hecho muchísima ilusión. Siempre regalan en general, porque muchos lo suelen hacer querido profesor. Pero siempre dicen este regalo para todas vosotras, y las enfermeras lo dejan en el estar de enfermería y todos participamos de él, o comemos un poco todas. Pero el de hoy era para mí, y la enfermera con la que he solido ir estos días.
Os describo como ha sido: era ya casi la hora de irme, días antes me había ido ya para esa hora, pero hoy una paciente, la cual no me pertenece pero me da igual porque me acoplo a cada caso que puedo; había venido de una prueba y venía francamente mal, desorientada, con cierto estupor, y con la tensión muy alta, sobretodo y preocupantemente la baja, por lo que yo estaba ahí tomándole la tensión a esa mujer tan especial. Tras haberlo hecho me fuí al control a comentarlo y tal, y mi supervisora, como siempre, al vernos tan tarde ya estaba diciendo que me fuera, pero yo, por curiorisad, quería seguir allí comentando la vida débil de la mujer hipertensa. Fui a ponerle el pulsi y después volví al control. Una vez allí viene la enfermera con que había estado estos días con una caja de bombones: Miriam, Julia quiere que vayas.
Cual sería mi sorpresa cuando estaba su marido esperándome con una caja de bombones similiar de Nestle caja roja envuelta en papel de periódico. Para tí, por portarte tan bien con ella. Y he de contaros, queridos, que una vez en una consulta estaban el médico y estudiantes de medicina: curarla, por favor-dijo el medico- los estudiantes nunca han visto una colos y me gustaría que la vieran. Hazlo tú Miriam, me dijo la enfermera susodicha. Y así fuí yo, preparé todo y fui a curarla. Ya lo puedo hacer bien- pensé- sino a saber que opinan de mí, tengo 8 ojos médicos pendiente de mis movimientos y mis errores. Solo estaban ellos y yo, mi enfermera estaba haciendo otras cosas. Gracias a dios, el médico me felicitó por hacerlo tan bien siendo estudiante, y así quedó, la bolsa de colos limpita y cambiada, y ¡¡hasta le hizo una foto!! Sé que es fácil, pero a mí me hizo mucha ilusión. Repito: es gratificante.
Bueno, me he ido otra vez por las ramas. Julia tras darme la caja me ha dicho, serás una muy buena enfermera, serás de las mejores si sigues así.
Esta mujer ha superado un cáncer de recto, ha estado y sigue estando muy débil, pero lo ha superado, ha tenido momentos entre la vida y la muerte, con casi pérdida de conciencia, y en todos esos momentos me enorgullece reconocer que estaba yo allí para apoyar y ayudar siempre.
Aunque no te regalen cosas, te persiguen cuando se van de alta y te dicen: gracias por todo, y también vale, vale muchísimo. O en cada cosa que haces, acabas recibiendo un gracias.
Imaginaros la ilusión cuando he ido por el pasillo con mi caja de bombones con las palabras en el corazón, no cabía en mí de gozo y de ilusión.
Voy a tener que hacer un blog solo de las anécdotas. He estado solo tres meses, y os aseguro que no soy la misma que cuando empecé. Soy otra, mejor persona, más sabia (ya hago casi lo mismo que las enfermeras profesionales) y si lo he conseguido es gracias a la gente tan fantástica que trabaja allí y por toda aquella que duerme allí habitadas entre esas cuatro paredes: los pacientes.
:) y lo vas a ser... una buena enfermera no es la que hace la técnica perfecta, va en la persona, se ve cuando entra en una habitación, cuando se despide la gente
ResponderEliminarVas a ser una enfermara maravillosa.
ResponderEliminarNo tengo ninguna duda