Ha pasado un año desde que todo en mi vida cambió.
Fue un día muy especial al que le siguieron días maravillosos donde me sentí plena y feliz.
La Miriam de hoy no es la misma que la de entonces, aunque la esencia sigue; pero todo aquello que he aprendido en este año me ha hecho creer más en mi misma, a valorarme, respetarme y apreciarme.
Fue muy especial y pensé que había tantas mariposas que en cualquier momento podría echar a volar.
Todavía lo recuerdo como si fuera ayer, con una sonrisa en la cara. Esa sonrisa de tonta que a veces se nos queda en la cara y que desentona con las caras de aquellos que viven una vida de rutina y estrés.
Y es que... al fin y al cabo, todo depende de la perspectiva con que mires los acontecimientos. Y yo... nací para amar las pequeñas cosas, los detalles y las sorpresas del día a día.
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